Jump!
Halsman tuvo la excelente idea de hacer saltar a muchos famosos, como la divina Marilyn, pero el más complejo y el mejor fue el salto de su amigo Salvador Dalí junto a una pintura, un caballete, una silla, varios gatos y una ola.
La narración de la hija de Halsman sobre las peripecias de la instantánea no tiene desperdicio. La estrecha colaboración entre el fotógrafo y el pintor ha dejado obras fantásticas, demostración de que este último, con fama de irresponsable anárquico, podía colaborar con otros artistas, como Buñuel, el arquitecto Jean Michel Frank o, incluso, conmigo.